NOTAS DE LIBROS

25 de junio de 2020

TRAYECTORIAS VIAJERAS-TRAS LAS HUELLAS DE... UNA VIAJERA DE GALLAECIA POR TIERRA SANTA



Egeria y su viaje soñado.
Foto de 
Elizabeth Brockway
Tomado de Tomado de www.thedailybeast.com
Año 381 d.c. Sale de Gallaecia por la vía Domitia, una mujer, equipada con la Biblia, con un cursus publicus (salvoconducto que le permitía alojamiento, alimentación, transporte de cualquier tipo y protección de las autoridades para los distintos lugares que pretendía visitar), cuaderno de notas y algunos artículos personales, rumbo a Tierra Santa.
Embarcó luego hacia Constantinopla, lugar de inicio y fin del itinerario.

De Constantinopla pasó a Jerusalén, Jericó, Nazaret, Belén, Cafarnaum, Galilea y Hebrón. En el año 382 llegó a Egipto visitando el Monte Sinaí, Alejandría, Tebas, Antioquia, el rio Eufrates y Mesopotamia. Fueron alrededor de 5.000 km, realizados a pie, en mula, en caballo, en camello y en barco.

Anterior a esta peregrinación, en el año 333, viajó desde Burdeos a Palestina un funcionario imperial, que debía conocer los lugares descritos en la Biblia especialmente lo relacionado con Moisés y Jesús.
También existió una peregrina de Hispania, llamada Melania, quien cuando enviudó, viajó a Jerusalén con la intención de fundar un monasterio femenino.
Las peregrinaciones fueron muchas al final de la antigüedad y se convirtieron en el sello de la religión cristiana y en una forma especial de viajar.

Pero la mujer que salió de Gallaecia, y quien emprendió y organizó toda la logística de la peregrinación, era Egeria, nacida en el siglo IV, y reconocida por algunos monjes como la Virgen de Gallaecia, Eteria y "Beatísima Sanctimoniales", este último, dado por el monje de Vierzo, San Valerio.

Tomado de www.ancient-origins.net
Egeria, como más se le conoce, fue una mujer de no avanzada edad, cuando inició su peregrinación, al parecer pertenecía a una familia rica de comerciantes. Conocedora y apasionada de las Sagradas Escrituras, mujer piadosa, culta, sencilla, muy curiosa y de  gran capacidad observadora.

No hay vestigios de que Egeria tuviera cultura literaria, pero logró plasmar de manera sencilla y clara, en su "Itinerarium o Peregrinatio" su recorrido según las Sagradas Escrituras, título posiblemente no cierto, pero el más cercano y fiel a su aventura.

El texto encontrado en 1.888 en la biblioteca Fraternita dei Laici de Arezzo, de 37 páginas sólo se encontraron 22. Al parecer las páginas del principio y del final fueron arrancadas, por lo que se presume se perdió información importante.

El manuscrito también tuvo un itinerario previo antes de llegar a la biblioteca: El texto parece haber sido transcrito en el s.XII. Un siglo antes aparece en el monasterio benedictino del Monte Casino. De ahí pasó al monasterio dedicado a las santas Flora y Lucila en Arezzo en 1.788. Cuando Napoleón ordenó cerrar el monasterio, el texto se trasladó a la biblioteca.

Es interesante que una peregrinación preparada con antelación, teniendo en cuenta pasajes marítimos, tiendas de campaña, guías locales, alimentos, animales para transportarse, salvoconductos y apoyos de autoridades y aprovechando la red de contactos comerciales familiares, produjo el primer texto de viajes de una oriunda de la Península Ibérica.

Durante su peregrinación y guiada por clérigos y monjes de cada sitio visitado, escribe en su cuaderno de notas tipo epístolas y en latín sencillo con la intención de que fuera fácilmente comprensible para muchos lectores interesados en las peregrinaciones y muy especialmente a sus amigas, a quienes parecía ir dirigido el manuscrito.
" Desde aquí, señoras mías, luz de mis ojos, mientras escribía para vuestra caridad, (os diré) que tenía el propósito de acercarme a Asia, en nombre de Cristo".


Tomado de www.abc.es
El manuscrito Viajes de Egeria o Itinerario de Egeria, según las diferentes ediciones, ha sido traducido a idiomas como el ruso, inglés, polaco, alemán, griego, francés, portugués, gallego,catalán y castellano. Se conocen 13 ediciones del texto.

En la primera parte del libro titulado PEREGRINACIÓN A LOS LUGARES SANTOS, se hace referencia a su recorrido y podemos entenderlo como un itinerario de viaje pero escrito en el momento de experimentarlo, en el día a día.
Los capítulos han sido titulados así: Capítulo I. El monte Sinaí.
Capítulo II. Ascensión a las montañas.
Capítulo III. En la cumbre del Sinaí.
Capítulo IV. La zarza ardiendo.
Capítulo V. El valle de la Pascua.
Capítulo VI. Viaje desde Farán a Clesma.
Capítulo VII. Desde Clesma a Tathnis y Pelusio.
Capítulo VIII. La ciudad de Rameses.
Capítulo IX. La ciudad de Arabia.
Capítulo X. Desde Arabia al monte Nabau o Nebó.
Capítulo XI. El agua de Moisés.
Capítulo XII. El monte Nebó.
Capítulo XIII. Al sepulcro de Job.
Capítulo XIV. Palacio del rey Melquisedec.
Capítulo XV. Enon.
Capítulo XVI. Elías el thesbita.
Capítulo XVII. Mesopotamia de Siria.
Capítulo XVIII. El río Eufrates.
Capítulo XIX. Edesa y el sepulcro de santo Tomás. El palacio de Agbar y las cartas de Jesús y Abgar.
Capítulo XX. En Charris o Carra.
Capítulo XXI. El pozo del santo Jacob.
Capítulo XXII. Viaje desde Antioquia a Constantinopla.
Capítulo XXIII. Pompeyópolis.

La segunda parte del libro titulado DEL RECORRIDO POR LOS LUGARES SANTOS, hace alusión en sus 26 capítulos, a los diferentes actos litúrgicos de las ceremonias clásicas del cristianismo de aquella época, que nos es muy diferente a la actual. 

Todo esto, teniendo en cuenta que su peregrinación fue motivada por su deseo de conocer y visitar los lugares mencionados en la Biblia, la cual fue su guía para realizar paso a paso su itinerario. Así conoció los lugares de entierro de los profetas y sitios importantes de personajes bíblicos.

En cada parada, registradas en su Itinerarium, consultaba a los clérigos locales sobre las costumbres y prácticas tradicionales de cada sitio.
Hacían primero una oración, luego la lectura de un pasaje bíblico, cantaban un salmo y finalizaban con una oración:
"Hicimos también la oblación y una oración muy intensa, se hizo la lectura del Libro de los Reyes, cosa que yo había deseado grandemente siempre, o sea, que, a donde quiera que llegásemos, siempre se leyera lo que correspondía".  
"Hecha allí la oblación, nos acercamos a otro lugar no lejano, según nos iban indicando los presbíteros o los monjes, en donde había esperado el santo Aarón con los setenta ancianos (cf.Exod.24, 9-14), cuando el santo Moisés recibió del Señor la Ley para los hijos de Israel".

Se desconoce si Egeria al regresar a Constantinopla en 384, regresó a su tierra natal o falleció en el punto de inicio y finalización de la peregrinación. El manuscrito deja de ser escrito en este lugar.
"Pasé en el mar al día siguiente y llegué a Constantinopla, dando gracias a Cristo, Dios maestro, que se dignó conceder tantos favores y gracias a mi, indigna y sin merecerlo, y porque había colmado mis deseos de ir y la posibilidad de recorrer cuanto deseaba, sino también por regresar de nuevo a Constantinopla".
"Si después de todo esto, sigo viva, si logro conocer personalmente algunos lugares más y si Dios se digna concedérmelo, procuraré contarlo a vuestra caridad, y os relataré tanto lo que conserve en la memoria, como lo que llevo escrito. Entretanto, vosotras, señoras, luz mía, procurad acordaros de mí, tanto si estoy viva, como si estoy muerta".

Antecediendo por muchos siglos a los escritores viajeros de nuestros días, tuvo muchas de las características mencionadas en el artículo APUNTES SOBRE ESCRITORES VIAJEROS, lo cual es un mérito, porque no tenía preparación alguna en cuanto al género viajero y logró un texto de grandes aportes al mismo.

Se puede profundizar en esta viajera, con el libro Viaje de Egeria y el artículo de Rosa María Cid López titulado "Egeria, peregrina y aventurera. Relato de un viaje a Tierra Santa en el s.IV.

Estas son algunas de las ediciones:

 Casa del libro
www.lalineadelhorizonte.com 

www.agapea.com











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