7 de octubre de 2020

TRAYECTORIAS VIAJERAS-TRAS LAS HUELLAS DE... NICOLAS BOUVIER VIAJERO Y PASEANTE - SU FILOSOFÍA DE VIDA


Nicolás Bouvier y su Topolino negro
en el inicio de sus viajes
Tomado de blog.nullnfull.com
"...Y una vez cruzadas esas fronteras, no volvemos a ser jamás por completo esos miserables pedantes que eramos". Los caminos del mundo (Nicolás Bouvier cita el pensamiento de Emerson)

Fue Nicolás Bouvier uno de esos viajeros que recorrió el interior de si mismo mientras recorría los caminos de Europa y Asia?
Tras sus huellas encontraremos sorpresas.

Marzo 6 de 1929 (Lancy-Suiza)
Febrero 17 de 1998
Tomado de www.formidablemag.com 

Fue el menor de tres hijos.
En su infancia y adolescencia realizó viajes iniciáticos con su efervescente imaginación...,trazó los ríos Yukon con mantequilla sobre las tostadas del desayuno, influenciado por Jack London; descubrió Saigón y Samarkanda por los cromos que encontraba en los empaques de los chocolates de Nestlé. 
Sus sueños de conocer el mundo se completaron con los atlas geográficos que estudiaba con fascinación. A los siete años ya lo acompañaban los libros de Julio Verne, Robert Louis Stevenson, Jack London y Fennimore Cooper ocupando muchas de sus tardes y noches.

Frecuentaron su hogar, escritores como Herman Hesse, Marguerite Yourcenar, Stefan Zweig, Thomas Mann y Robert Musil quienes buscaban libros y era su padre como bibliotecario el que se los suministraba. Estas circunstancias fueron vinculándolo con el mundo de la literatura.  Así estudió Letras y Derecho en la Universidad de Ginebra (su abuelo era el rector de dicha universidad) y fue estando en Bombay después de separarse de su compañero de viaje Thierry Vernet en 1.954, que se enteró de haber obtenido dicha licenciatura.

Un día a sus 17 años, decidido a caminar por el mundo, partió rumbo a Borgoña. Le siguieron noches de acampadas en Laponia, y deambuló por Noruega, Italia y España. Fue su padre, quien conociendo el interés de su hijo por el mundo, lo animó y apoyó a iniciar estos viajes con la condición de que al volver le contara sobre ellos.


En 1948 viajó a Finlandia enviado por el diario La Tribune de Géneve, para realizar un reportaje.
Para 1950, el periódico Le Courrier lo envió al Sahara argelino.

Entre viaje y viaje su pensamiento se fue enfocando en un tipo de vida que lo alejara de estar sumido en una oficina. Y lo explica años después en su libro Los caminos del mundo:
"No hay palabra para nombrar aquello que te empuja. Es algo que crece en ti y que va soltando amarras, hasta que llega un día en el que, aunque no estés demasiado seguro, te vas de verdad. Un viaje no necesita motivos. Pronto demuestra que tiene sentido por si mismo. Tu piensas que vas a hacer un viaje, pero pronto es el viaje quien te hace a ti. O quien te deshace". Nicolás Bouvier. - Los caminos del mundo.

La opción de definir su vida viajando, implicaba encontrar la forma de sostenerse económicamente y sufragar los costos de los mismos, ya que su familia no tenía los medios suficientes, además de su deseo de ser independiente, le exigió realizar diferentes trabajos como, escribir artículos periodísticos y vender sus fotos. También trabajó como iconógrafo y guía.   

En 1951, a sus 22 años, viaja con sus amigos Thierry Vernet y Jacques Choisy de Venecia a Estambul, como el viaje previo a los desplazamientos que determinarían su pasión.
De 1953 a 1956, realizó los viajes que lo inmortalizaron como uno de los grandes escritores de la literatura de viajes, gracias a la narración de esas experiencias.

Tomado de wwww.viajescon escalas.com

En 1953, parte de Suiza con Thierry Vernet en su Fiat Topolino de color negro. Llegaron inicialmente a Yugoslavia y posteriormente se dirigieron a Turquía, Irán y Pakistán, haciendo escalas en Estambul, Tabriz y Quetta. En el paso de Khiber, ambos amigos se separaron en diciembre de 1954.
De este viaje, a los cinco años de realizado, Nicolás escribe sus experiencias, haciendo uso de las notas que escribió posterior al viaje.

Editado en 1963 por Payot
como L´usage du monde
"A las cinco de la mañana, el sol de agosto nos perforaba los párpados e íbamos a bañarnos en el Sava del otro lado del puente Sajmiste. Arena suave a los pies, algunas vacas en los alisos, una niña con una pañoleta que cuidaba las aves y en un pozo de obús un mendigo dormido cubierto de periódicos". En su viaje se dedica al arte del flaneur, que le permite ir sin afanes, descubriendo la cultura de los lugares visitados, que lo llevan a entenderse como ser humano y viajero.

Nicolás Bouvier en hotel de Teherán, 1954.
Tomado de www.formidablemag.com

"Rehusábamos todos los lujos menos el más preciado: la lentitud". Diría de las experiencias vividas y de la actitud viajera que ya era parte de sus aprendizajes. Fue uno de los precursores de los actuales viajes "mochileros". Inmediatamente posterior a sus viajes, y como efecto del movimiento hippie, los jóvenes iniciaron viajes similares al de Nicolas Bouvier.  En estos primeros viajes, adicional a los trabajos que comúnmente realizaba, atendía mesas y otras actividades que le procuraran dinero para continuar con su vida viajera.

Después de separarse de su amigo, Nicolás Bouvier viajaría solo. De Pakistán pasa a la India con la intención de seguir luego hacia China, pero  como el camino estaba cerrado por razones políticas, decidió hacer una parada corta en  Ceilán, hoy Sri Lanka, mientras se resolvía el asunto. Pero fue una estadía inesperada de siete meses en un sencillo hotel de la ciudad Galle, siendo la experiencia más devastadora y a su vez la más formativa: la soledad, el calor y la enfermedad lo postraron, mientras esperaba el permiso que le permitiera continuar con su viaje. Solo veinticinco años después, logró superar esta experiencia y escribió el libro El pez escorpión, publicado en 1981. En él narra sus alucinaciones y desesperanzas.

Editado en 1982
 por Gallimard

"Había dormido de un tirón al lado del automovil, bajo un árbol pipal frente a las dunas amarillas que bordeaban el puente de Adam y el mar abigarrado de ovejas blancas. La visita de la India había sido una maravilla. Hoy habría de abandonar ese continente que tanto había querido. La mañana estaba cargada de presagios y más ligera que una burbuja". 
Sus días pasaban lentamente, sin motivación alguna, con excepción de sentir en el alcohol algún consuelo, en la entomología (a propósito de los muchos insectos que lo acompañaban en la habitación) y en el trato con una abarrotera "la oronda tamil", quien mimaba con dedicación a un pez escorpión que tenía dentro de un frasco de pepinos. 

La cita con la que termina este libro, muestra los aprendizajes que el viaje le ha dado: "La peor derrota de todas es olvidar y sobre todo lo que te ha derrotado". Ferdinand Céline. Las derrotas son posibilidades de aprender y de no repetir, con la condición de no intentar olvidar a toda costa, lo que nos derrotó. Nos habla de su persistencia, porque todo viajero desarrolla la capacidad de no desistir, aún en medio de grandes dificultades.

Por fin, una vez recibido el permiso para continuar su viaje, en octubre de 1955 embarcó hacia Japón en el barco francés Messageries Maritime. 
Llegó a Yokohama el 20 de octubre y posteriormente se instaló en el barrio Araki-Cho en Tokio. Allí permaneció durante un año y trabajó para la prensa local, descubriendo con fascinación el país al que volvería varias veces más.
Por supuesto, de esta primera estadía en el país asiático escribió uno de sus libros icónicos: Crónicas japonesas. 

Editado por Payot en 1975
"El taxi que debía esperarnos desapareció. De regreso por la callejuela encontré al chófer adormecido en una pequeña tienda de comestibles, entre las tinajas de col agria y manos en salmuera que humeaban bajo la incipiente noche". Bouvier posee una capacidad descriptiva y gran sensibilidad estética que plasma en sus libros.

"Si algo caracteriza a los viajes largos es el traer consigo algo muy distinto de lo que se iba a buscar".

"De regreso a Kioto por un camino que realicé anteriormente a pie hará unos ocho años. Es seis o siete semanas de marcha llegué de Kioto hasta aquí siguiendo las etapas de la antigua ruta imperial que en la actualidad atraviesa prácticamente los sembrados. Pasé algunas noches bajo el alero de pequeños templos de la campiña, entre solitarias aldeas y arrozales de la península de Ki y llegué maravillado a los suburbios de la antigua capital por tren. De esa manera es como conviene abordar una ciudad que cuenta con seiscientos templos y trece siglos de historia". 
Evidentemente, sus viajes y narraciones de los mismos son posibles por pasión de flaneur, de callejear abierto a cualquier vicisitud y a las impresiones que le salen en el camino.

A finales de 1956 llega a Marsella y dos años después contrae matrimonio con Eliane Petitpierre en Neuchatel y posteriormente se instala con ella y sus dos hijos en Cologny hasta su muerte.
Posteriormente trabaja para la Organización Mundial de la Salud como iconógrafo, trabajo que realizó también para Ediciones Rencontres. También continuó con su trabajo de fotógrafo.
 
A Japón volvió una década después con su esposa e hijo, por un año y deambula por sus rincones, sin juzgar ni menospreciar nada de lo que conoce y vive. 
Estás fueron dos de sus cualidades que le dieron a sus textos una narración exquisita.
Él disfruta, descubre y narra una cultura milenaria, mágica y melancólica.

En 1985 viaja a las islas Aran en Irlanda y de este viaje escribió Journal d´Aran et d´autres lieux. publicado en 1990. Es la bitácora de los días vividos en Clon-mac-Noise para realizar un informe.
Publicado en 1990 por Payot
"La noche se elevó del suelo como una mancha de tinta, no como una luz, el negro de las paredes aún más profundo que el negro de los prados. Un viento para adornar los bueyes; mis puños se congelaron en el fondo de mis bolsillos. Alabar no me siguió por mucho tiempo: que nada significaba nada para él. Se dio la vuelta y arañó la puerta que se abrió inmediatamente".
Describe maravillosamente los acantilados de la isla, preguntándose que hace en un lugar olvidado por el mundo y transmitiendo la magia que él siente en ese lugar.

Viajó en seis ocasiones a China, pero escribió sólo algunas páginas sobre Xian. Su verdadera pasión fue Japón.

Su literatura fue reconocida inicialmente por los europeos pero hoy en día es leído en muchos países del mundo. 
Recibió varios premios, entre ellos, el premio Ramuz, el premio Alpes-Jura, el premio de la Crítica, y en su nombre se da el premio Nicolás Bouvier en el evento anual de Saint-Malo, Étonnants Voyageurs.

El premio de 5.000 euros se otorga a escritores viajeros que narren un cuento, novela o ensayo que sustente el deseo de otros lugares, de conocer el mundo.
Nicolás Bouvier frecuentaba cada año dicho evento y la admiración de Michel Le Bris por su literatura, lo llevó a crear el premio como un homenaje al escritor ginebrino y buscando promover la escritura surgida por la curiosidad de caminar y conocer el mundo.

No puede olvidarse el hermoso libro de fotografías de Ella Maillart de sus diferentes viajes, La vie immédiate, que recoge 200 fotografías donde muestra un mundo perdido o en vía de extinción. Ver TRAS LAS HUELLAS DE...ELLA MAILLART: SUS ITINERARIOS, SUS VIAJES Y SUS LIBROS. LA AVENTURA DE VIAJAR Y ESCRIBIR!!! 

Editado por Payot en 1991
Nicolás Bouvier escribe el prólogo y el texto   del libro de su gran amiga suiza: "Conocías a Ella Maillart? En Zurich, en Berlín, en Marsella, los asiáticos me cuestionan así, el aire de dudar de mi buena fe. Ordené fotos con ella la semana pasada. Había subido a mi casa en esa bicicleta pesada y chirriante. Ella acababa de regresar del centro de China y había subido los nueve mil escalones del monasterio Tai Shan sin inmutarse. Sin la tendinitis que le queda, me llevaría diez largos en un circuito de esquí de fondo. Apaga mis cigarrillos uno por uno tan pronto como me doy la espalda".
"Para quienes conocen sus libros sin conocer la hospitalidad de su nido de águila en Chandolin, su risa deslumbrante, y sus proyecciones de conferencias donde siempre hay que agregar sillas, esta viajera de mirada increíblemente joven y azul se ha convertido en un mito atemporal".

En años sucesivos, Nicolás Bouvier fue llamado de diferentes universidades a conferencias y cursos de literatura de viajes, gracias a su compromiso de informar lo que veía y sentía en sus libros, sin ninguna pretensión de conocer lo real y posible, siempre con la actitud de asombro y el espíritu de flaneur.

Sus viajes fueron llevándolo al gran viaje del autodescubrimiento, porque cada cultura, cada lugar y cada persona desconocida le permitían valorar la diversidad del ser humano.

"LA PRECARIEDAD DE UNA LARGA VIDA ITINERANTE ES LO QUE ME LLEVÓ A SUSURRAR HISTORIAS". Nicolás Bouvier.   



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