Labor compleja y nada fácil, la de fomentar su disfrute, en tanto existen condicionamientos sociales y culturales, para que la población acceda a este instrumento de desarrollo intelectual, y de apertura a la realidad y a la vida.
Imposible asignar únicamente a los docentes esta función cultural. La familia es un actor fundamental y complemento del fomento iniciado en la escuela.
Es más, la sociedad en general debería apropiarse de esta actividad como el motor del desarrollo de los países.
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El hábito de la lectura se crea y se convierte en parte gratificante de la vida, cuando se le encuentra el placer y la importancia sobre la propia vida.
Leer implica voluntad y afición, lo que en muchísimas ocasiones, es lo que menos se construye en los potenciales lectores.
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Leer implica voluntad y afición, lo que en muchísimas ocasiones, es lo que menos se construye en los potenciales lectores.
La televisión y otras entretenciones, son necesarias para el descanso y el esparcimiento, pero es la lectura la que estimula e incrementa la creatividad, el encuentro profundo consigo mismo y la paz interior.
Quien logra disfrutar a plenitud la lectura y los libros, será capaz de encontrar un camino hacia la verdadera y continua satisfacción.
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